Por JUAN CARLOS AGUlLAR
Jenny Acosta en las instalaciones del Instituto Confucio de la UNAM. Juan Carlos Aguilar
Asus 22 años, Jenny Acosta Trujillo, estudiante de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tenía su objetivo muy claro: trabajar como química farmacéutica bióloga.Ese era su gran sueño, hasta que se cruzó en su camino una nueva pasión que llegó de golpe a su vida:el aprendizaje del idioma chino.
Era 1997 y desde la primera clase que tomó en el entonces Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) de la UNAM –hoy Escuela Nacional de Lenguas,Lingüística y Traducción (ENALLT)–,Acosta Trujillo quedó prendida a esta asombrosa aventura de adentrarse de lleno en la cultura china que, desde entonces, le pareció fascinante.
Una aventura que ahora, un cuarto de siglo después, vive con la misma intensidad como directora del Instituto Confucio de la UNAM, cargo que comenzó a ejercer pocas semanas después de que abrió sus puertas en la Antigua Escuela de Economía en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el 12 de noviembre de 2008.
En estos 15 años en los que Acosta (Ciudad de México, 1975) ha estado al frente de este Instituto Confucio –uno de los seis que hay en México–, los desafíos no han sido pocos.No obstante, gracias a su dedicación,ha logrado que los alumnos tengan desde entonces un nivel más competitivo, además de que siempre ha procurado formar nuevos cuadros de profesores.
En 2000, Acosta concluyó sus estudios en el CELE.Ya graduada como estudiante,tomó ahí mismo un curso de formación de profesores.Tiene el honor de ser la primera profesora mexicana formada en este centro de enseñanza.Para noviembre de 2001 se estrenó como profesora de chino.
A esas alturas, la única química que estaba presente en su vida era la que tenía con el idioma chino, tanto como alumna como profesora.Y vendría lo mejor: sus primeros viajes a China para afinar sus conocimientos.En 2002 estudió durante dos meses y medio en la Escuela Normal de Beijing; y en 2004 realizó un segundo viaje, esta vez de un año, para estudiar en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing.
“Visitar China fue una experiencia maravillosa.No me sentí extranjera en un país totalmente diferente.Al contrario, me sentí muy familiarizada,muy bien acogida, como en mi casa.La gente me trató como si siempre hubiese estado ahí.Me sentí muy cómoda”.
“Mis compañeros y mis profesores me tendieron la mano, me guiaron.Pude hablar con la gente, conocer,moverme, probar la comida, cosas que solo veía en mis libros de texto.No hay palabras para poder describir esa emoción.Ha sido uno de los momentos más felices de mi vida”, expresa Acosta, quien a la fecha ha realizado alrededor de 15 viajes a China para participar en el Congreso de Institutos Confucio,que se realiza cada año.
“Quiero ser una guía para los estudiantes porque México necesita mucha gente que hable chino.El año pasado llegaron 24 nuevas empresas chinas, así que la necesidad es mucha”.
Su experiencia como directora del Instituto Confucio de la UNAM ha sido igual de emocionante.Acosta recuerda que en 2008 comenzaron con una computadora y una línea telefónica, y que, ante la falta de personal, tuvo que dividir su tiempo entre la enseñanza y la administración: impartía clases,daba informes y hasta llevaba el registro de los alumnos.
Pese a las carencias, el objetivo siempre fue muy claro: atender la calidad de los cursos de lengua “porque la UNAM tiene un gran prestigio y nosotros debíamos cuidarlo.Y lo lograríamos con profesores bien formados que tuvieran un buen nivel de chino”.
- ¿Cuáles han sido los principales logros en estos 15 años?
- Uno de ellos es, sin duda, el crecimiento en el número de estudiantes.En 2008 teníamos 80 alumnos.Diez años después, en 2018, ya contábamos con más de 1200 estudiantes al año,es decir, 400 alumnos por cada uno de los tres trimestres con los que contamos.
Otro logro relevante es la formación de nuevos talentos: tenemos un curso anual gratuito de actualización de profesores, que ahora se hace de manera presencial y en línea.Cuando era presencial teníamos alrededor de 40 profesores; sin embargo, durante la pandemia alcanzamos los 80 profesores de México, Perú, Argentina y Cuba.La formación de nuevos talentos ha sido una de las labores más importantes de nuestro instituto.
Sucede que en muchas escuelas particulares los profesores dan clases sin ninguna certificación.En nuestro caso,todos nuestros profesores se inscriben al curso anual de actualización: siempre hay algo que aprender, algo nuevo que mejorar y eso ha sido nuestro fuerte.
Nuestros profesores hicieron sus maestrías en la enseñanza del chino como lengua extranjera y tienen por lo menos el quinto nivel del HSK(un examen estandarizado de idioma chino a nivel internacional) y eso nos ha ayudado a tener un mejor nivel.
- ¿Cuáles son los retos que deben enfrentar?
- El reto es llegar en la enseñanza del chino a los niveles más avanzados,porque en México todas las escuelas llegan al HSK 3, máximo 4.Para lograrlo, hemos abierto más cursos de nivel avanzado.La ENALLT ya tiene dos licenciaturas, una de lingüística y otra de traducción, y ambas tienen como lengua el chino.La idea es que en un mediano y largo plazo tengamos una licenciatura de chino.
- Desde su experiencia, ¿cuál es la mejor metodología para enseñar el chino a los estudiantes hispanohablantes?
- No hay un solo camino.Tenemos que tomar en cuenta a nuestros estudiantes, cuáles son sus objetivos al estudiar la lengua y cuáles sus fortalezas.Cada uno aprende de manera distinta y a ritmos diferentes.No hay un método que funcione para todos.Lo más destacado de nuestros profesores es que su preparación les permite saber cuáles son las necesidades específicas de cada estudiante.
Algunos prefieren trabajar con tecnología, aplicaciones y juegos; otros lo hacen más con la caligrafía o la fonética, y eso enriquece a los alumnos porque van cambiando de profesor.En algún momento les toca también estudiar con profesores chinos, que ya conocen bien a los jóvenes mexicanos.
- Ser profesora de chino le cambió radicalmente la vida.¿Cómo ha sido esa experiencia?
- Dar clases de chino es algo que me encanta, compartir lo que sé.Yo creo que hay quienes nacemos con una vocación y la mía siempre fue ser maestra, aunque antes de dar clases no lo sabía.Es un trabajo que disfruto.Es mi pasión.La verdad es que no lo veo como un trabajo.
Quiero ser una guía para los estudiantes porque México necesita mucha gente que hable chino.El año pasado llegaron 24 nuevas empresas chinas a México, así que la necesidad es mucha.No podemos esperar a que traigan sus traductores.Ese es nuestro mayor reto: formar nuevos talentos para cubrir las necesidades actuales.
Y una cosa más que valoro mucho es que gracias a que aprendí chino,aprendí a valorar mi cultura y mi lengua, de lo cual no siempre estamos tan conscientes.