Por MICHAEL ZÁRATE
La permanente lucha de Jaukin Siu
Por MICHAEL ZÁRATE
EN una zona de Lima, muy cerca del Congreso de la República de Perú, se levanta un arco de ocho metros de altura en cuya parte superior dice: “Todos somos iguales bajo el mismo cielo”. Está escrito en caracteres chinos. De hecho, se trata de uno de los sectores más tradicionales de la ciudad: el Barrio Chino, llamado así porque fue en este lugar donde, en el siglo XIX, comenzaron a asentarse los chinos que llegaban a Lima, quienes procedían, sobre todo, de la provincia de Guangdong.
Hoy en día, esta zona es uno de los puntos de mayor comercio en la ciudad. Los nombres de los bancos peruanos están, incluso, en caracteres chinos. Aquí, también se encuentra la Sociedad Central de Benef cencia China, que desde 1886 brinda apoyo a los miembros de la colonia china en Perú. Jaukin Siu, su presidente, nos recibe en su of cina.
Jaukin Siu en medio de las imágenes de los actuales presidentes de Perú y China, Ollanta Humala y Xi Jinping, respectivamente. Michael Zárate
Hay quienes creen que el nombre que tenemos determina nuestra personalidad. En su caso ha sido así. En idioma cantonés, su nombre signif ca“respeto a las autoridades”. Jaukin Siu nació hace 64 años en Zhongshan (Guangdong), la ciudad donde también vio la luz el Dr. Sun Yat-sen, el precursor de la revolución democrática en China.
El abuelo de Siu fue el primero de su familia en llegar a Perú. Lo hizo a comienzos del siglo XX, cuando estableció una pequeña tienda en el distrito limeño de Lince. Desde entonces, otros miembros de la familia arribaron a Lima buscando un mejor porvenir, entre ellos el padre de Siu, quien junto a un primo llegó a poner una tienda muy cerca de la Casona de la Universidad San Marcos, la más antigua universidad de América. Jaukin Siu no conoció a su padre sino hasta los 9 años de edad. La necesidad económica hizo que ambos estuvieran separados.
El pequeño Jaukin vivía en Zhongshan con sus abuelos paternos y su madre. “Esperaba con ansias conocer a mi papá. Cuando por fin lo pude ver, a los 9 años, él me abrazó y lloró. En esa época, no solía haber muchas palabras entre padre e hijo, pero el cariño se sentía”, recuerda Siu. Sin embargo, su padre tuvo que regresar a Perú. Más aún, cuando Siu cumplió 11 años, su madre también migró a Perú y él quedó bajo el cuidado de su abuela.
“A mis padres les tocó crecer en una época muy difícil y violenta para China. Habían estudiado muy poco y querían que su hijo fuese mejor que ellos. Como vieron que en los años 50 y 60 el país vivía una situación pacífica, me dijeron que me quedara y aprovechara mi tiempo en terminar el colegio y aprender el chino. De esemodo, al llegar a Perú iba a poder desempeñar algún trabajo”.
Siu no solo aprendió el idioma, sino también acupuntura, medicina tradicional y cocina. En 1966, concluyó su educación secundaria y ya estaba listo para reunirse con sus padres, pero el inicio de la Gran Revolución Cultural cambió sus planes. Solo pudo reunirse con ellos en Lima, nueve años después. Durante sus primeros 25 años de vida, Jaukin Siu solo vio a su padre en tres ocasiones. “Era una época difícil y de sacrif cios”.
Siu llegó a Perú en 1975. De la alegría por el reencuentro con su familia pasó a la necesidad de saber el español, idioma que aprendió gracias a una profesora del Colegio Peruano Chino Juan XXIII. Su padre tenía ya una tienda más grande en el Mercado Central de Lima, a pocos metros del Barrio Chino.
“En Perú ha habido una integración total de los chinos a la sociedad y ello lo podemos ver en los tantos chifas (restaurantes de comida china) que hay en Lima. Antes, los peruanos no consumían arroz, pero ahora sí. Yo siempre digo que los europeos trajeron a Perú la revolución industrial, pero los chinos trajeron la revolución agrícola; nuevos insumos, nuevos ingredientes”. Si bien la cultura china es hoy muy apreciada en Perú, esto no siempre fue así.
La presencia china es reconocida oficialmente en Perú a partir de octubre de 1849. Los primeros chinos tuvieron que afrontar explotación, así como prejuicios religiosos y sociales. Trabajaban en las islas guaneras, en las haciendas costeñas y en la construcción de vías férreas. Una vez finalizados sus contratos de trabajo, muchos decidieron permanecer en el país y comenzar a abrir pequeños negocios. El ingenio de los chinos para el comercio hizo popular una frase en Lima: “El chinito de la esquina”, en referencia a la cantidad de tiendas que los chinos abrieron en las calles de la capital.
Como recuerda laRevista Oriental, importante publicación de la comunidad china en Perú, los chinos se agruparon en sociedades de ayuda mutua según los poblados de donde procedían. El objetivo era defender sus derechos. Ello llegó a su máxima expresión en 1886 con la fundación de la Sociedad Central de Beneficencia China, cuyo actual presidente es Jaukin Siu. “La idea surgió de un emisario chino de la dinastía Qing, que al conocer la situación en Perú recomendó a los chinos que se unieran”.
Jaukin Siu en el Barrio Chino de Lima, frente al arco de ocho metros obsequiado por la comunidad china en Perú. Michael Zárate
Desde entonces, la Sociedad Central ha crecido tanto como el reconocimiento que Perú le ha dado a la comunidad china. Hoy cuenta con un auditorio principal con capacidad para mil personas y una biblioteca especializada que alberga entre 5000 y 6000 ejemplares. Más aún, en su sede funcionó durante varios años el Colegio Chung Wa, el primer colegio chino fundado en el continente americano.
Sin embargo, su acción más loable lo constituye las 53 habitaciones que la Sociedad Central ha construido en su sede y que alquila a muy bajos precios a las personas de menores ingresos económicos, sean chinas o peruanas. “Es una política nuestra desde que el edificio fue reconstruido en 1959. De este modo, seguimos cumpliendo nuestra función social”, dice Siu. Cuentan, además, con un médico voluntario que brinda servicio a la comunidad.
Jaukin Siu comenzó a participar en 1987 en la Sociedad Central de Benef cencia China como director del área de juventud y deporte. Su tarea era unir, principalmente, a los descendientes de ciudadanos chinos, quienes en Perú reciben el nombre de “tusán”. De hecho, en 1988 se creó el Conjunto de Danzas del Dragón y del León, agrupación “tusán” que preserva las costumbres del pueblo chino y que realiza actividades sociales en Perú.
En el año 2000, y en vista de su vasta experiencia, Jaukin Siu fue elegido presidente de la Sociedad Central de Beneficencia China, cargo que piensa dejar próximamente. “Es hora de pasarles la posta a otros”. En 2008, fue uno de los invitados a la ceremonia de recepción al entonces presidente chino Hu Jintao, en la que ha sido, hasta ahora, la única visita de un jefe de Estado chino a Perú.
Muchas cosas han pasado en la vida de Jaukin Siu, desde que era aquel niño que solo quería reunirse con sus padres al otro lado del Pacífico. Sin embargo, hay algo que mantiene y que -asegura- está presente en los inmigrantes chinos de ayer y de hoy.“Lo bueno del chino es que trabaja muy duro y con perf l bajo. Nuestros antepasados no llegaron a recibir una educación, pero trabajaron mucho para que sus hijos sí terminaran la escuela”.
La vida es una permanente lucha y la de Jaukin Siu es también la historia de tantos chinos que decidieron dejarlo todo por venir a Perú. Al f n y al cabo, la historia de un país también la escriben aquellos que no han nacido en sus tierras.