Fortalecerse uno para luego enfrentar al enemigo

2020-06-18 07:43PorQlUXlNNlAN
今日中国·西班牙文版 2020年6期

Por QlU XlNNlAN*

El “truco” más valioso de la medicina tradicional china

COMENZAREMOS relatando una anécdota sobre un famoso médico de la dinastía Qing, la última dinastía de China.

Este médico se llamaba Wang Mengying (1808-1868) y alcanzó un gran renombre por su técnica de tratamiento de la peste y, particularmente, de la malaria. Por aquel entonces, en China todavía no se conocía a fondo esta enfermedad, mucho menos sus causas, por lo que era considerada como algo sobrenatural e incurable.

Retrato de Wang Mengying.

Un emperador cae enfermo

En 1693, el emperador Kangxi padeció de malaria. Los médicos imperiales recurrieron a todos los remedios conocidos, pero resultaron inútiles. Finalmente, un jesuita francés ofreció quinina de origen peruano que curó al emperador.

Durante la lucha contra el SARS, que tuvo lugar en China en 2002, se recurrió a semejante estrategia. La epidemia llegó de repente y no había experiencias de las cuales sacar valiosas lecciones. La medicina tradicional jugó un papel importante.

En 1880, el médico francés Alphonse Laveran descubrió dentro de los glóbulos rojos de personas con malaria el protozoario, más tarde denominado plasmodio, lo que significó un gran avance en el estudio de la enfermedad. Gracias a este y otros descubrimientos, al médico francés se le concedió el Premio Nobel de Medicina en 1907.

Sin embargo, antes de ese descubrimiento, el médico chino Wang Mengying no sabía nada sobre la verdadera causa de la malaria, aunque creía que el mal era provocado por factores externos. Fue entonces como este genio de la medicina sacó partido al “truco” más valioso de la medicina tradicional china, que consiste en “fortalecer el baluarte para hacer frente al enemigo desconocido”. Y logró así muchos éxitos.

Un señor de apellido Zhang padeció este místico mal. Los peculiares escalofríos y fiebres le atacaban constantemente cada dos días y a la misma hora, por lo que su salud se deterioró notablemente. Zhang se asustó mucho. Fue a varios practicantes de medicina sin lograr resultados positivos. Los amuletos tampoco le sirvieron.

Finalmente, durante un largo viaje, decidió acudir a Wang, quien estudió todo el caso, le recetó una fórmula multifarmacéutica y le dijo: “No muestre la receta a otros médicos, tome la infusión nada más”, pero el paciente le preguntó por qué. Y Wang le respondió: “En esta receta no hay ninguno de los ingredientes que hoy se prescriben contra la malaria. Cuando otros médicos la vean, se reirán primero y luego le agregarán muchas hierbas medicinales que para ellos son efectivas contra esta enfermedad. Entonces, la receta no servirá para nada”.

Los cereales son muy buenos para la salud.

Por la fe que le tenía, Zhang obedeció totalmente a Wang. Tomó unas infusiones y se curó rápidamente. El paciente se quedó sorprendido y muy agradecido. El doctor le explicó: “Los ingredientes de esta fórmula nutren el yin, tonifican los riñones y eliminan el calor interno. Todos tienen por objetivo fortificar la globalidad constitucional del paciente, o sea, fortalecer su defensa interna. En la literatura médica se dice: ‘Con el qi genuino adentro, los factores patogénicos no invaden’”.

Wang continuó: “Si usted estuviese al frente de un reino, ¿qué podría hacer ante un ejército enemigo que no conociera? Pues revisar sus tropas, su castillo, su defensa fronteriza, a ver qué problemas existen. En una palabra, reforzar su propia defensa frente a la invasión”.

El doctor tenía razón. Su idea, dicha en términos apropiados para esta época, había consistido en fortalecer el sistema inmunitario para combatir los factores intrusos. La ciencia biomédica de hoy ya ha demostrado que el sistema inmunitario, entendiendo como tal al conjunto de órganos, tejidos y células del cuerpo humano, tiene como función reconocer elementos ajenos para protegerlo del daño externo.

Durante la lucha contra el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que tuvo lugar en China en 2002, se recurrió a semejante estrategia. La epidemia llegó de repente y no había experiencias de las cuales sacar valiosas lecciones. Los antibióticos eran ineficaces. La medicina tradicional jugó una vez más un papel importante para controlar la epidemia, gracias a sus remedios que incrementan la inmunidad de los pacientes. Con el fin de ganar tiempo, se usaron hormonas y hierbas medicinales. El SARS fue controlado y la mayoría de los pacientes fueron salvados.

Por eso decimos que el primer “truco” de la medicina tradicional china es fortalecerse uno mismo para luego enfrentar al enemigo.