Por LlNA LUNA*
N O cabe duda de que América Latina está atravesando una coyuntura histórica compleja.A las diferentes dimensiones de su realidad social, política y económica, debe corresponder una evaluación prospectiva, clara y renovada de su visión de sí misma que contemple sus alternativas a corto, mediano y largo plazo; así como una comprensión de las nuevas prioridades globales.En el momento en que las perspectivas económicas predicen un crecimiento menor al 1,5 % en la región para 2023, con altas posibilidades de recesión económica,la reapertura de China tras la retirada de las medidas de contención del COVID-19 se convierte en un aliciente para amortiguar los retos que vive la región.
China es ya el primer socio comercial del 70 % de las economías de América Latina, y el segundo de las demás.Si bien en la práctica esta relación es indudablemente cada vez más beneficiosa para la región, la dinámica de las tensiones Estados Unidos-América Latina-China tiene el debate enfrascado en una discusión que poco o nada tiene que ver con lo relevante para la región.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viene promoviendo un discurso que tiene como intención convencer al mundo de que China es el enemigo en medio de una suerte de segunda guerra fría.Desde la academia y la historia es fácil desmentir este discurso mediante el cual se quiere ocultar una competencia tecnológica y comercial:para estar en guerra fría necesitaríamos estar en la confrontación, no solo de dos grandes poderes, sino además de dos regímenes políticos, económicos e ideológicos.China no solo no se encuentra en guerra ni contra la democracia, ni contra el modelo capitalista,ni contra el libre mercado, sino que además tampoco se encuentra en una lucha contra Estados Unidos.
Más allá de defenderse de las diferentes provocaciones del país norteamericano, es difícil probar que China se encuentre haciendo algo distinto a lo que viene haciendo desde hace más de cuatro décadas: sostener su modelo de desarrollo promoviendo el intercambio comercial de la forma que considera la más justa posible, la promoción del ganar-ganar, de manera que su bienestar pueda jalonar el bienestar de otras economías y del sistema internacional en general.Dado que el desarrollo global es beneficioso para el éxito del modelo de desarrollo chino, de la misma manera la solidez del modelo chino es beneficiosa para el sostenimiento de la economía global.Sería difícil sostener el argumento de que el país asiático es una amenaza para el sistema internacional; por el contrario, cada vez es más evidente su necesidad y compromiso con la protección y fortalecimiento de este.En otras palabras, más que estar evidenciando una guerra fría, estamos evidenciando el cauce normal de un sistema internacional en transformación natural que,dentro de otras dinámicas, implica también una competencia tecnológica y comercial inevitable.
La naturaleza geográfica y la historia de las relaciones de América Latina con Estados Unidos hacen que este discurso de dicotomía promovido por el gobierno de Biden tenga un impacto fuerte en la región.A las ya consolidadas tensiones ideológicas entre los gobiernos de los países latinoamericanos, las cuales erosionan cada vez más la integración regional,se suma ahora la retórica de definir posturas y participar de un conflicto que no debería ser asumido como un conflicto de la región.De cara a la competencia comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China, lo que América Latina debería estar discutiendo es cómo mantener lo que en Chile se llama unno alineamiento activo, aprovechando mejor la coyuntura para encontrar alternativas estratégicas que fortalezcan sus propias necesidades de desarrollo.
Antes de la pandemia, entre 2000 y 2020, se pudo ver un incremento gradual y sostenido de la presencia de China en la región en diferentes frentes.A partir de 2008, año en el que China publica el primer libro blanco sobre América Latina, este incremento se fortalece llegando en 2019 a ser 10 veces más grande de lo que era en 2000.Por ejemplo, según cifras del Banco Mundial unificadas por la Red América Latina y el Caribe-China, la inversión extranjera directa china consolidada en la región pasó de aproximadamente 5000 millones de dólares en 2000, a más de 80.000 millones de dólares para 2020.Esto se traduce en la generación de por lo menos 400.000 empleos en la región.
14 de febrero de 2023.Empleados de State Grid Corporation of China en Brasil inspeccionan equipos de purificación de agua en el municipio de João Câmara,en el estado de Río Grande del Norte.Xinhua
La composición de la cooperación y del comercio varía según el país.Por ejemplo, países como Venezuela,Bolivia, Ecuador, Perú y Argentina,además de las transacciones tradicionales comerciales y la cooperación en infraestructura, también han abierto un canal de compra de equipo militar sofisticado, que entre los cinco países llega a un monto de más de 100 millones de dólares.Estos mismos países,así como Chile, Uruguay, México y Brasil, también han recibido proyectos de infraestructura de alta envergadura,así como la profundización y amplificación de la base exportadora de,principalmente,commodities.Incluso Colombia, de los países más conservadores en su relación con China, ya ha comenzado a trabajar con este país en importantes proyectos de infraestructura, así como ha visto la llegada de más de 200 empresas chinas para trabajar principalmente en el sector de telecomunicaciones.
Son muchos los rumores, como el de interpretar la presencia de China en la región como una estrategia de lucha contra Estados Unidos, o incluso los de la denominada trampa de la deuda o la reprimarización de las economías,que han intentado promoverse para contener la presencia del país en la región.Sin embargo, hasta ahora, refiriéndonos a un sector sensible, en el tema de la venta de componentes militares, Estados Unidos no ha podido comprobar nada distinto a que esto se debe exclusivamente a operaciones comerciales de índole militar.
En este contexto, y ante la no alentadora alarma de una posible recesión, es claro que la reapertura de China y la eliminación de las restricciones son en este momento la mejor noticia para el desarrollo de diferentes estrategias, tanto desde el sector público como desde el privado, para atenuar este proceso.
Mientras se puede esperar que las relaciones con Estados Unidos se mantengan como han venido hasta ahora, o incluso que disminuyan, todo lo contrario se espera de las relaciones con China.La posibilidad de reactivar los viajes a este país con intereses comerciales, de atender a las diferentes propuestas del país asiático para la región en términos de investigación,salud y cooperación tecnológica, así como de comenzar a recibir nuevamente turismo chino, muy importante para países como Costa Rica, México o Perú, son hechos importantes para promover el crecimiento de la región.Incluso, en el tradicional comercio de materias primas y alimentos, se está evidenciando un incremento de los precios en este sector, lo cual es también benéfico para la región en esta coyuntura.
Las circunstancias globales y regionales les están dando la posibilidad a los diferentes países latinoamericanos de reevaluar sus estrategias comerciales y de política exterior.En este contexto,una China renovada y con interés en retomar y fortalecer las diferentes asociaciones en las diferentes dimensiones,que ya no solo se limitan a la Iniciativa de la Franja y la Ruta sino a cooperación tecnológica y de investigación y desarrollo (I+D) con la región, es la mejor noticia que le puede llegar en este momento a América Latina.