Por AUGUSTO SOTO*
La ciudad de Wuhan celebró la definitiva vuelta a la normalidad escogiendo la simbólica fecha de buen augurio del calendario que es el 8 de abril. Horas antes, Beijing había informado que por primera vez desde la irrupción del virus no se había registrado una víctima fatal en todo el país. Los wuhaneses retornan paulatinamente a las calles, como lo han estado haciendo las demás ciudades chinas desde hace semanas. Mientras, los ciudadanos de gran parte del mundo han ido progresivamente retirándose a sus domicilios siguiendo las medidas de distanciamiento social preceptivas.
Los más importantes epidemiólogos del mundo han ido reconociendo, a lo largo de marzo y abril, la efectividad probada en la manera de combatir el virus en China. O sea, la mezcla entre confinamiento tradicional y metodología ultramoderna que logró limitar su difusión al exterior, la cual podría haber sido mucho mayor sin estas medidas.
Médicos chinos e italianos trabajan de manera conjunta en el país transalpino.
ahora China se vuelca en la ayuda humanitaria y en la contención global de la pandemia al enviar una serie de expertos sanitarios y equipamiento médico a todos los continentes. Paralelamente, el país sigue transmitiendo un valiosísimo conocimiento sobre la enfermedad, al compartir positivos tratamientos a medida que se van obteniendo. Por ejemplo, uno de los más recientes son los alentadores avances que se han encontrado en el plasma de sobrevivientes del nuevo coronavirus para su aplicación en pacientes gravemente enfermos.
También, además de la difusión, se ha potenciado el intercambio de puntos de vista con la comunidad internacional. Entre las iniciativas más destacadas cuando se comenzaba a controlar la epidemia en China, resalta el programa realizado por la Radio Internacional de China (CRI, por sus siglas en inglés), que contó con la participación de académicos y analistas chinos y de países occidentales. Y una vez que se controló el COVID-19, el Grupo de Publicaciones Internacionales de China (CIPG, por sus siglas en inglés) patrocinó un histórico seminario web global a fines de marzo, denominado “agrupando sabiduría y compartiendo experiencias: esfuerzos conjuntos para combatir el COVID-19”. En él participaron académicos, epidemiólogos y analistas de China, España, Francia, Brasil, Pakistán y Egipto. Fue organizado por la academia de China Contemporánea y Estudios Mundiales, el Centro de Información de Internet de China, la revista China Hoy y Bosheng International Cultural Communication Co. Ltd.
Durante este más reciente seminario web, Du Zhanyuan, presidente de CIPG, informó de que China había establecido un centro de conocimiento en línea dedicado al COVID-19 abierto a la comunidad internacional, además de una oferta editorial especializada para compartir información con otros países sobre esta temática.
Otro frente informativo en estos días ha sido el anuncio del regreso del más famoso medio de transporte euroasiático: el tren Yiwu-Madrid. Tras su pausa por el año Nuevo chino, a la que se sumó la irrupción del COVID-19, vuelve a circular, esta vez concentrándose en el transporte de 200.000 paquetes portadores de material sanitario, incluyendo mascarillas y trajes protectores. Se trata de una iniciativa de apoyo sanitario sin precedentes, que complementa el universalmente conocido apoyo chino que paralelamente es enviado por vía aérea.
11 de abril de 2020. El Gobierno venezolano concede a los miembros del equipo médico chino la Orden Francisco de Miranda.
Cada semana en todo el mundo se publican reflexiones sobre cómo será el futuro. Las proyecciones van desde la consideración de que en los libros de historia el primer semestre de 2020 será recordado como un importante capítulo de la epidemiología mundial. Sin embargo, a medida que el confinamiento de gran parte del globo continúa, ya se extiende la percepción de que la situación podría conducir a un cambio civilizacional, e incluso a un cambio de civilización.
Cabe esperar que esta crisis lleve a la concienciación de un futuro compartido para la humanidad, tanto en esta emergencia como en otras que surjan.
Es importante reflexionar sobre qué conjunto de países contribuirá a moldear decisivamente un cambio de paradigma. Tradicionalmente, tras el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. encabezó un tipo de modelo. No obstante, a lo largo de los años esta ecuación ha estado cambiando dramáticamente. Está claro que actualmente no es una opción confiar en un país que con su actual administración (acaso prorrogable cuatro años más) se ha convertido en unilateral y aislacionista, y que, a la par de intentar torpedear la unidad de la UE, incluso ha tratado de desviar la llegada de material sanitario hacia Europa desde China.
Hoy, en la primavera de 2020, cuando pensamos en un país presto a reaccionar ante emergencias mundiales, China emerge claramente como uno de los pilares de esta nueva globalización que necesita renovarse.
Así, una Europa unida junto con China debiera repensar la arquitectura global. Ciertamente debieran trabajar juntos con las principales instituciones y conjuntos de países, por cierto que con la ONU, la OMS, el FMI, además de con el G7, el G20, y por supuesto con el G77. Este último (que actualmente cuenta con 130 miembros asociados) emitió una declaración conjunta con China en la que exhortan a la comunidad internacional a adoptar medidas económicas no coercitivas ni unilaterales contra los países en desarrollo, y alientan la cooperación y solidaridad entre las naciones.
Al fin y al cabo, esto no ha acabado ni mucho menos. Después de esta crisis sanitaria (y de hecho durante ella), el mundo está experimentando una crisis económico-social de incalculables consecuencias, que, dependiendo de las medidas que se adopten, puede ser más calculable y manejable, o no. En cualquiera de estos dos escenarios, la humanidad parece acercarse a las puertas de una nueva cultura de colaboración global. Si todavía en abril de 2020 no acabamos entendiendo de una vez por todas que compartimos un futuro de destino compartido, tanto en la prosperidad como en las crisis, la especie humana no sobrevivirá mucho tiempo más en este planeta.
En primer lugar, más pronto que tarde se tendrán que reconsiderar a nivel mundial asuntos como el significado de la seguridad. Es evidente que durante este año se habrán de redimensionar los presupuestos a la luz de lo que nos está mostrando la realidad, porque si en un mundo como el actual es dificilísimo detener el avance letal de un virus fácilmente propagable como el COVID-19 –que no es uno de los más mortales que ha sufrido la humanidad a lo largo de su historia–, todo lo demás que importa, a saber, la seguridad sanitaria de la ciudadanía y la economía interdependiente en la que vivimos, esenciales para la vida, simplemente nada estará asegurado.
ahora cabe hacer un alto en la reflexión y recordar a la ciudadanía de Wuhan, cuya victoria es también la de una gran nación, como acaba de recordarnos el importante sinólogo David Gosset, quien radica en China.